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En el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana están desesperados. Hace unos meses que un grupo de despiadados y terribles expoliadores está destruyendo de manera sistemática todos los yacimientos que se encuentran en su camino, van con grandes herramientas, incluso con detectores de metales en algunos de ellos y extraen los materiales sin ningún escrúpulo ni rigor científico. Sólo les interesa sacar lo que consideran más valioso para ponerlo a la venta después. Actividad que, además de constituir un terrible delito, acaba con las posibilidades de que se pueda sacar información científica de todos esos yacimientos y poder interpretar la historia. Sí, sí, la historia, nuestra historia, nuestro pasado, algo que nos pertenece a todos.

La policía y demás fuerzas de seguridad están al tanto de los delitos cometidos por este grupo organizado al que llaman “Equipo Patán”   —está claro por qué—. Sin embargo no consiguen detenerlos, son rápidos y veloces y en menos de una semana desmantelan yacimientos enteros.

Vosotros, respetables arqueólogos de las más prestigiosas universidades europeas, tenéis una importante misión: conseguir extraer toda la información posible de una serie de yacimientos que el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana ha considerado de primer orden. Todos ellos están adscritos cronológicamente al vasto lapso de tiempo en el que transcurre la Prehistoria y engloba yacimientos tanto del continente africano, como del europeo.

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